La ultraderecha avanza.

Al fascismo se llega por el camino seductor del populismo y del nacionalismo. Basta lucir una gorra roja, fabricada en China, que diga: “Make America Great Again” para que todo un pueblo se hinche de fervor patrio, asalte los lugares sagrados de la democracia, viole los derechos, las libertades y amenace la vida de quienes se atreven a pensar diferente.

De todos los rincones del planeta están brotando los nacionalismos, fascistas que están a la caza de cualquier oportunidad que les sea favorable para desestabilizar, y de hecho, están copando la geografía mundial, aprovechando el descontento de las personas que ven el desmesurado crecimiento de las migraciones de pueblos pobres hacia países ricos, que amenaza el sentimiento de seguridad de esas mismas clases medias, despertando nacionalismos y xenofobia, y buscan anhelantes un líder, un Duce, un Hitler, que les prometa devolverles la grandeza que ellos mismos han perdido con su legislación y que se sienten acorralados por el rasgado de los ojos o por el color diferente de su piel. Alguien que les devuelva su superioridad étnica, su raza aria, de la que tanto se ufanan en Europa, amén de algunos países suramericanos.

Y aquí es donde la ultraderecha ha encontrado un excelente caldo de cultivo. La exaltación de la propia superioridad: Deutschland über alles (Alemania por encima de todo) para los nazis alemanes de Hitler, America First para los republicanos norteamericanos de Trump.

Si se analizan los nombres de los partidos de ultraderecha, llama la atención que todos adoptan más su pertenencia a un país que a su propia ideología. Ninguno se llama comunista, o conservador, o liberal, o socialista, sino que recurren a su nacionalidad. El partido de Vladimir Putin se llama Rusia Unida. Los ultraderechistas alemanes que con sorpresa avanzan en el parlamento se llaman “Alternativa por Alemania”. Frente Nacional es el nombre del partido de Jean-Marie Le Pen en Francia. Los ingleses que encabezaron el Brexit para liberarse de la Unión Europea se llaman “Ukip”, iniciales en inglés de “Partido de la Independencia del Reino Unido”. En Colombia, se llama Centro Democrático, y no es ni centro, ni democrático. Todos los partidos independentistas catalanes llevan en su nombre el de Catalunya, así como el de Escocia se llama “Partido Nacional Escocés” y el de Flandes “Interés Flamenco”. Los de Italia, que son muchos, se distinguen por el nombre de su región respectiva: “Liga Lombarda”, “Liga Véneta”, en Estados Unidos se llaman Republicanos, se olvidaron de las reformas de Abraham Lincoln y se aliaron con los multimillonarios: Bezos, Musk, Zuckerberg, Gates. Para completar, la palabra “nazi” es una abreviatura de “nacionalista”. Más exactamente, de “Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei”, o “Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores de Alemania”.

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