Una Gran Victoria de las Mujeres

Hablar del aborto en Colombia, fue siempre considerado escandaloso y pecaminoso, y en medio de una sociedad hipócrita que lo rechaza, 400.000 mujeres y niñas en su mayoría de escasos recursos económicos, abortan anualmente de manera clandestina y muchas de ellas mueren en la más absoluta indefensión. El acérrimo antagonismo de la Iglesia Católica, y de otros cultos de garaje por oponerse al libre albedrío de las mujeres a decidir con independencia y libertad sobre su cuerpo, se constituyó en una permanente asechanza, por la que miles de mujeres que además de terminar criminalizadas por un delito oscurantista nacido bajo el ropaje de la doble moral de la religión, tuvieron que pasar por el doloroso drama de vulnerar sus propios valores, y de cargar en su fuero interno con el estigma del pecado.

Esta situación ha afectado notoriamente la salud mental de las mujeres, y aún más grave cuando se trata de una niña, o una persona trans, o binaria, y tiene necesariamente que continuar con un embarazo no deseado y esperar una maternidad despreciada. Igualmente, el problema social en el que el 25% de las condenadas son menores de edad. En las zonas rurales del país, la situación es aún más preocupante, los casos de embarazos no deseados superan el 90%, y en muchos de estos pueblos alejados se carece no solo de medicamentos, sino de asistencia médica. 

La reciente decisión de la Corte Constitucional de Colombia, de despenalizar el aborto hasta la semana 24, representa una victoria de todas las mujeres que nunca se rindieron. Al movimiento Causa Justa, una coalición de noventa organizaciones que con entrañas de guerreras luchó para abolir la criminalización del aborto, y a todas las mujeres que de manera independiente levantaron su voz para pedir a gritos la prescripción de un pecado que nunca debió haber existido.

Esta sentencia convierte a Colombia, en el segundo país de América en donde se puede interrumpir con libertad un embarazo, solo superado por Canadá, donde no existen restricciones. 

Sin lugar a dudas, este fallo es trascendente y equivalente, a aquel que también conquistaron en 1957, cuando les fueron concedidos sus derechos políticos y por primera vez fueron a las urnas a depositar su voto. Hay que reconocer con nitidez y seriedad el triunfo de las mujeres colombianas que, con merecida causa por su libertad, se anotaron esta colosal victoria. Igualmente, dar gracias a la Corte por haber estado a la altura de las circunstancias.

El veredicto histórico de la Corte, también exhorta al Congreso y al Poder Ejecutivo, a diseñar e implementar una política pública integral en el menor tiempo posible, a eliminar todo impedimento que vulnere el ejercicio de los derechos sexuales y desarrollar programas de educación temprana en materia de educación sexual y reproductiva de todas las personas.  

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